Inventarse un motivo para volver a coser el alma
al cuerpo
y no rendirse al desamparo
de un fracaso que redime
es nuestro pan de cada día,
nuestro
dánosle hoy.
¿Has visto Jovencito
Frankenstein?
Todos somos un poco monstruos,
incapaces de ternura,
manantiales de ternura.
Una absurda paradoja.
Menudo par de aldabas,
y no huyo a la sonrisa
que dibuja tu sonrisa.
Remendamos nuestros sueños paso a paso,
en las noches que solo ofrecen recuerdos
tenues,
alambicados,
sin lumbre.
Rellenamos los vacíos de palabras
que siempre siempre son traición,
que son suicidio.
Oreamos la angustia.
Los parches tapan agujeros
por los que se te escapa la vida
y se escapa el tiempo,
mientras seguimos adelante,
más serenos y conscientes.
Hechos jirones.
La turba observa,
ávida de sangre,
dispuesta al canibalismo.
El corazón no está de
moda,
piensa la bestia
ensayando una sonrisa
que solo puede ser llanto.
Y todos los relojes anuncian la muerte.