lunes, 23 de noviembre de 2015

Todos somos héroes

Te vi.
Esperabas desde siempre
ante el zaguán de mi puerta,
de pie,
enarbolando una sonrisa
consciente y triunfante.

Lo supe.
Todos los lamentos
se vistieron de luto
y entonaron un mea culpa,
sabiéndose inservibles.

El tiempo,
ese muerto de hambre,
pierde aceite y se disloca
agrio en la duda,
vacilante,
entre un presente histórico
y un futuro perfecto.

Todos los espejos deforman.

Ser es un naufragio mientras el mundo arde,
y todos, todos zozobramos,
luchamos, boqueamos y perdemos el aire,
insumisos, indefensos.

También los héroes fracasan
cuando se enfrentan al fiero enemigo
que habita sus pechos,
que lleva sus nombres
y alimenta sus egos.
Y todos somos héroes.

Te vi. Lo supe.
Te quiero.

viernes, 20 de noviembre de 2015

La saliva

Escúchame pulsando aquí.

La saliva apenas humedece la garganta
cuando lloras,
en el fatídico momento de consagrar la soledad
y la verdad del yo,
ese hipócrita asesino
que te mira de reojo.

El croupier baraja las cartas
y nosotros jugamos a ciegas,
a tientas,
a sabiendas
de que la banca siempre gana,
y solo nos queda envidar,
o enviudar.

La chimenea vierte su vómito de humo.
Quizá quema este otoño salvaje.
Quizá arde
y los rescoldos ya no templan las almas en pena,
las penas que vagan,
cogidas de una mano imaginada,
por las calles que siempre se llaman tristeza,
que siempre huelen a melancolía
y a cerrado, por derribo.

La música acompaña las miradas
que bailan ensimismadas,
urdiendo lazos de aire
que se quieren eternos.
El amor no conoce la humildad.
El amor detesta la cordura.
Toda sentencia es falacia,
nosotros no aprendimos a ser jueces.
Nuestra ley es el perdón.

La saliva apenas humedece la garganta
cuando hablas
y dices,
verso a verso,
lo que sientes decir.


miércoles, 11 de noviembre de 2015

No pasa nada

Recuerda: no pasa nada.
Aunque la luna no salga esta noche
a custodiar los insomnes amores
de aquellos que anhelan;
aunque no haya consuelo
que distraiga un efímero instante
esta distancia aterradora;
aunque yo no te tenga,
no pasa nada.

Lentamente,
sin sacralizar la palabra vana y puta,
manteniendo la observancia a la bohemia,
enfrascado en batallas clandestinas,
en guerras sempiternas,
va uno aprendiendo a ser poeta,
a ser humano,
y no pasa nada.

Sé que sueñas en voz baja,
mientras tejes historias de abuela
que ha vivido demasiado
y demasiado ha vivido.
Sé que adelgazas tus palabras
que sabes que se clavan como dagas,
que sabes que desangran,
y, créeme, no pasa nada.

Aprenderemos, poco a poco, a subsistir
huérfanos de ilusiones que florezcan,
a regalarnos humo y silencio compartido,
a sonreír, por no llorar amargamente,
y no pasará nada.

Y no, no pasa nada,
no pasa nada si confieso que te amo.

domingo, 8 de noviembre de 2015

Modos de existir anónimos

Las palabras flotan en el aire,
repitiendo un silencio estridente
que rebota,
que explota y enajena la mentira.

No respiramos,
no sabemos soñar
ni evitar el tiempo.

Las luces titilan
y se apagan.
Ni vemos ni nos ven,
pero no somos transparentes,
no somos sordos,
no somos mudos
y a pesar de todo
nos buscamos,
palpamos el vacío
con la absurda querencia
de existir,
de existirnos
y no hacernos daño.

Ya no lloramos,
sin embargo las lágrimas
colman nuestra sed.