lunes, 12 de octubre de 2015

Minotauros personales

Doblar una esquina.
Doblar otra esquina.
Otra esquina más.
En eso consiste un laberinto.
El minotauro espera.

Las paredes no permiten ver
y no permiten verte.
Los ladrillos son recuerdos
que crecen y alejan el cielo.

Sobre los muros blancos
se proyecta mi vida,
la que fue,
y la que no pudo ser.

Me duelen los pies
de tanta senda sin sentido,
de tanto carácter y destino.

El camino va quedando atrás,
transitado eternamente,
y delante un lienzo,
una hoja en blanco preñada de horror vacui,
una apuesta a doble o nada
por seguir siendo yo mismo.

He dejado de correr tras el eco de tus pasos
que aún así resuenan e inundan,
ahogan el silencio.
Correr tras un recuerdo es un suicidio.
Aprendo a vivir con ellos,
acompasando mi corazón a tus silencios,
bebiendo solo,
brindando por tu ausencia y por mi exceso.

Camino sereno.
Sé que estás lejos,
doblando tus esquinas de mármol,
con tu propio minotauro al acecho,
valiente y loca. Sobreviviendo.



2 comentarios:

  1. Tal vez tus pies descalzos vayan formando tu obstinado carácter y cada lienzo en blanco oculto en el horizonte tu triste destino, tal vez todas las esquinas lleven a la misma que nos cruza y nos separa, y mientras la ira de mi propio minotauro no es más que niebla que sólo disipa tu existencia, me aferro a cada recuerdo que persigo y que me devuelven a ti. A pesar de la distancia y los silencios siempre consigues que la vida se tiña de esperanza. Te quiero con el alma Álvaro, gracias por tu vida compartida y tu maravillosa sensibilidad.

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    1. Gracias por vivirla cerca de mí, Raquel. Dondequiera y comoquiera resultas reconfortante, un acicate para escribir mejor, para ser mejor, para vivir mejor. Nunca más con miedo. Yo también te quiero, y te llevo siempre conmigo, a golpe de verso, en el lugar profundo donde nacen los besos. No pierdas nunca los colores, nunca pierdes los amores.

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