Miramos las estrellas y dibujamos sueños.
Todas las preguntas se agolpan
y se confunden
hasta el último grito:
¡existo, y te busco!
Supongo que tú también estás sufriendo
enfrentado a la insoportable levedad del ser,
al vacío insondable de un mundo
que nunca ha sido nuestro,
que nunca será nuestro,
que se basta a sí mismo.
Sin embargo estamos solos,
ontológicamente solos y jodidos,
al borde de la cordura.
Compramos excusas al peso
para dar otro paso y no claudicar,
esperando una respuesta,
conjurando una respuesta
y de rodillas.
Vendemos humo
y tiempo que huye,
un tiempo que no quiere ser cómplice
y se lava las manos.
A veces tiemblo y pienso en ti.
Sé que existes,
dondequiera y comoquiera,
eres.
La misma luz nos acaricia,
aunque yo no te vea
y cuestione a las estrellas.
La misma luz nos acaricia sí,
ResponderEliminary segurmente la misma lluvia
que ahora mismo está cayendo...
Solo que tú escribes cien mil veces mejor ;)
Un placer! haberte leído.
Muchas gracias, María. Un placer haber llamado tu atención. Saludos.
EliminarTodas las estrellas que cuestionas se alojan en mi pecho, regresan a casa y me provocan el brillo que robaron de tus días y noches de silencio.
ResponderEliminarBuscar dejará de ser un grito que, convertido en senda, será de nuevo sueño por sí mismo en pos del tiempo que quiere empezar a ser nuestro y del mundo.
Es realmente bello, aunque aún no tanto como tu alma.
Un abrazo inmenso Álvaro.
Raquel, desde que te conozco inundas de luz mi vida, y eres aliento fundamental de mis palabras. Gracias siempre. No te vayas nunca.
EliminarTe quiero, sin metáforas.