viernes, 28 de agosto de 2015

Un hombre sin mujer

“Un buen día, de repente, te conviertes
en un hombre sin mujer”
Haruki Murakami



Las últimas luces de la noche apagan,
al son de los despertadores,
los sueños frágiles que sueñan
en silencio los insomnes.

Todo está bien. Todo fluye.
La luz inunda con su ruido la realidad.
El traqueteo de la vida brilla
y reparte suerte.
La poesía se esconde.

Abrir los ojos duele,
y ciega.
El amor no eran solo cuatro letras,
ni amar una metáfora.

La ventana abierta refleja el vacío
de un futuro inexorable,
pero invita a volar, invita a buscarte.

Por las calles de tu ausencia
los transeúntes divagan
y escriben historias
de hombres de hierro que vencen al tiempo
y mujeres de fuego que forjan el hierro.

Yo tengo el viento que agita tu recuerdo
como la bandera de una patria soñada,
de una tierra prometida.

martes, 25 de agosto de 2015

Grillos y nosotros

Los grillos siempre cantan al atardecer,
poniendo banda sonora al amor que regalan las parejas,
que se miran y se miran,
ajenos al tiempo y al frío,
que se toman de la mano y existen sin más,
un antídoto para el desamparo.
Cantan al atardecer cuando una silueta marcha sola,
sin horizonte ni destino,
tiritando de frío y de miedo,
víctima de un tiempo inexorable
que siempre siempre se dilata y obstruye.
Cantan y cantan al atardecer,
sin inquina.
Solo nosotros lloramos.

domingo, 23 de agosto de 2015

León que aúlla a la luna

Ecos de vida lejana resuenan
mientras la lluvia anuncia otro día gris.
Agosto multiplica las ausencias
y me recuerda el precio de existir,
de descubrir que todos los días son domingo.

Esta absurda sala de espera
del qué vendrá después,
inútil y austero,
atenaza una garganta
con mujer atravesada.

¿Qué sucede?
No pasa nada.
Nunca pasa nada
y el aire se esconde.

Las lágrimas calman la sed
cuando los besos queman.

Otra vez la sangre,
que grita como el mar y reverbera
exigiendo un doble o nada
por amor al arte
y la poesía.

Otra vez el viento desperdigando palabras
que germinan en un silencio que se impone,
por y para nosotros,
en la boca del estómago.

Otra vez los leones aúllan a la luna.


sábado, 15 de agosto de 2015

El nombre maldito

Escúchame pulsando aquí.

Te he visto brillar de puro amor,
escribir una biblia con tus besos,
llena de palabras reveladas
al son celestial de una vida imposible,
te he visto llorar de alegría.

Te he visto en ruinas,
oliendo a decadencia e inquina,
despiadado e injusto,
enfrentado a tu abismo.

Te he visto en llamas,
incendiario,
caminando taciturno hacia el otoño,
dispuesto a perder otro tren
por un segundo más de primavera.

Te he visto encogido,
magullado y quejumbroso por los golpes,
rabioso,
te he visto morder el polvo y sudar sangre.
Y aún así estabas más vivo.

Quiero verte de nuevo,
desnudo y atrevido,
dispuesto a jugarte el alma
por un mísero adjetivo,

dispuesto a reconocer que todos
tenemos nuestro nudo en la garganta,
que todos tenemos nuestro nombre maldito.


Palabras anoréxicas

Las nubes no dejan ver las estrellas,
que siguen ahí,
ajenas a tu mirada,
como si realmente no fuera con ellas.

Mis palabras anoréxicas ya no te tocan
y se convierten en piedra,
en epitafios de un amor escrito en sangre
y metáforas que no saben a nada.

No te equivoques,
no juzgo ni condeno.
Mi voz de barro se quiebra
si vislumbra tu derrota.
No corras más que el viento,
no olvides la memoria.

Yo nunca he sabido volar,
siempre me parto el alma y los besos
en pos de un quimérica odisea,
y dicen que soy maestro...
¡Yo qué voy a enseñar
si no sé ni decirte que te quiero!

Vendrán tiempos que no entenderemos,
el luto cada domingo,
vendrán los silencios eternos
y seremos nuestro propio castigo.

Yo no soy tu padre.
Tú no eres mi hijo.

miércoles, 5 de agosto de 2015

Arco iris

No lamento el verde,
simplemente dijo ve,
y fui.

No lamento los aullidos desbocados de la jauría
que rodea a la presa
pero se resiste a atacar,
temerosa de la victoria.

No lamento las lágrimas.

El amarillo rodeaba las estribaciones de un violeta profundo,
digno pero discordante.

El rojo solo era la sangre,
que abonaba los surcos abiertos de la memoria.

El azul un mar cercano y lejano.

El entendimiento es falaz.
No soy yo, eres tú, quien colorea.

Ni todas las sombras son negras,
ni todos los blancos iluminan las páginas,
unas páginas de barro y alquitrán.

El artista observa el lienzo
y ve el mundo a borbotones,
y lo pinta de blanco
para ti,
para mí.

La vida espera.