miércoles, 29 de julio de 2015

Un exabrupto y el silencio

Joven poeta,
se te llena la boca al hablar de la luna y su hechizo,
persiguiendo enamorados que rozan la perfección.

Él –tú- comprende el universo inefable
que dibuja la sonrisa de su musa,
siempre eterna,
siempre cisne,
siempre amada,
y agradece su inesperada buena suerte
y la bendice con palabras.

Ella lo observa absorta y enélmismada,
suplicante y pasiva,
como una musa inútil ávida de recibir,
como un lienzo sin alma
que desdeñoso da la espalda al mundo.

Vas tejiendo urdimbres a golpe de metáfora,
construyes mundos donde la palabra es firme
y la muerte es un orgasmo
que derrama placeres heréticos,
y late acompasada la esperanza.

Y pintas el amor como camino,
como un navío cortando el mar…
como si existiese un destino,
como si no fuera un naufragio.

Joven poeta,
las palabras llegan con su daga
y apenas lo intuyes.
Ángel terrible.

Ellas horadarán tu ingenuidad dedicándote
epitafios.
Uno por cada ilusión rota.
Una letanía de suicidios.
Un exabrupto y el silencio.

¿Qué decir que ya no sobre?

Escribir es constatar la inercia
que asesina,
que me aparca y envejece,
que aniquila mi -tu- poesía.

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