domingo, 15 de febrero de 2015

Carnavales


Te dije que soñaba con tu cuerpo;
que tu piel era el mapa que escondía mi tesoro;
que tu saliva era maná generador de vida;
te dije que te amaba, y no mentía.

Las palabras tienden puentes y son parapetos.

Lo que no te dije fue la insumisión,
la caricia aterradora de la duda que corroe
y brota como una enredadera
que agrieta los muros y demuele.
No te dije que yo era el joven poeta terco
que absorto se empalaga
y hierve en la belleza del canto del grillo,
estridente y también terco.
No te dije que solo sé escribir silencios.

Las palabras son traiciones al alma.
Al alma traidora.
Al alma miserable.
Al alma caprichosa.
A un alma que se disfraza con mis trajes,
soportando su impostura.


4 comentarios:

  1. Tal vez las palabras puedan crear puentes o parapetos, pero estos últimos sirven también de apoyo para no caerse. El alma no entiende de etiquetas ni disfraces, sólo el corazón puede ocultarse en el mismo traje de cada día o en el mismo día con distinto traje.
    Siempre que se use como medio y nunca como fin, la palabra (escrita, cantada o susurrada) es cura para el alma.
    Un poema muy bonito Álvaro.

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    Respuestas
    1. Gracias Raqueliña. La palabra es solo un parapeto para el alma, supongo.

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  2. Bello poema que habla y calla...


    Besos muchos

    tRamos

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