miércoles, 25 de febrero de 2015

Advertencia

Los mercaderes del oprobio
celebran su eterna fortuna.
Ellos saben de qué va esto.
Ellos manejan el cotarro.
Ellos o nosotros.

Ayer aporreaban nuestras puertas
e imaginaban por nosotros nuestros sueños,
pulcra y, a veces, elegantemente vestidos,
armados de sonrisas y paciencia,
dispuestos a la más vil seducción,
titulados en estrategia artera,
pretendían regalarnos el amor
y lo que amaban era nuestra cartera.

Pero olvidaron que todos los sueños
son engendros, pedazos de pasado
que resuenan como un eco inaudito
que devuelve versos siempre sueltos,
siempre libres.
Y olvidaron que hay sueños pesadilla.
Olvidaron el bicho.
Lo que ayer renacía hoy es barroco.

Sabemos que vendrán tiempos mejores.
Sabemos que vendrán tiempos peores.
Sabemos que no duraremos,
pero si las golondrinas no retornasen esta primavera,
¡qué tiemblen los mercaderes del oprobio!


domingo, 15 de febrero de 2015

Carnavales


Te dije que soñaba con tu cuerpo;
que tu piel era el mapa que escondía mi tesoro;
que tu saliva era maná generador de vida;
te dije que te amaba, y no mentía.

Las palabras tienden puentes y son parapetos.

Lo que no te dije fue la insumisión,
la caricia aterradora de la duda que corroe
y brota como una enredadera
que agrieta los muros y demuele.
No te dije que yo era el joven poeta terco
que absorto se empalaga
y hierve en la belleza del canto del grillo,
estridente y también terco.
No te dije que solo sé escribir silencios.

Las palabras son traiciones al alma.
Al alma traidora.
Al alma miserable.
Al alma caprichosa.
A un alma que se disfraza con mis trajes,
soportando su impostura.


miércoles, 4 de febrero de 2015

El torrente

La lluvia comienza dubitativa,
apenas unas gotas tenues se atreven a caer,
danzando con el viento,
y a besar la tierra,
a hacer el amor con un suelo anhelante de humedad.

El mundo se ruboriza y estremece
al tacto de cada caricia,
se hincha y se enternece.

Florecen los campos,
florecen las ciudades,
los abrevaderos se llenan
de corazones que laten,
de corazones que bullen
sin miedo y sin equipaje.

La lluvia riega.
Pero la lluvia anega.

El deshielo de los sueños
siempre llega demasiado pronto,
a deshora.
Una gota y otra gota no hacen dos gotas,
hacen cascada y hacen torrente.
Y el torrente ruge rabioso
y se lanza violento hacia el abismo
enarbolando su naturaleza suicida
y arrasando al paso,
como si nada importara
salvo un espejo maldito
que siempre refleja la muerte.

Fuimos hijos de la tempestad
y la tormenta,
apenas agua que llueve,
dice que vuela,
sueña el amor,
e invariablemente se estrella.

Fuimos, somos, seremos torrente. 


martes, 3 de febrero de 2015

Juan, o cualquiera

Juan se despierta, se levanta y piensa
por qué no,
otro día más no pesa,
hoy solo toca hoy.

A veces se viste de traje
y sale a comerse el mundo de un bocado,
a seducir a la muerte con manos de cirujano,
a gobernar el eterno desgobierno,
a diseñar puentes que unan deseos.

A veces se viste de faena
y amasa pan para tu boca,
te sirve café con magdalenas,
te escribe la vida en una hora
y dibuja el destino de tu viaje.

Juan es alérgico a profetas,
sabe que respira
y se inventa sus recetas,
siempre propias,
siempre nimias,
para no cortarse de un tajo la vida.

Juan es nadie y es cualquiera,
un instante de un instante,
una enredadera en la memoria,
el principio del fin de la historia,
otro vagamundo del arte
noble y vil de la supervivencia.

Juan se acuesta cada noche
orgulloso de su amada intrascendencia.