domingo, 18 de enero de 2015

Un invierno gélido

El frío de este enero inverosímil congela la vida,
incluso el tiempo se resiste a pasar,
y el silencio se instala y se acomoda.

El banco de la plaza amanece sin pareja los lunes,
como si el amor fuera un espejismo de fin de semana y juventud,
como si todo caducara o caducase,
y solo un metálico poeta lo observa desde su pedestal,
equidistante de la vida y de sí mismo.

Las ventanas paradójicas ofrecen luces y esconden sombras,
las puertas se cierran a cal y canto y se arrojan las llaves,
y las palabras son ladrillos que elevan muros infranqueables.

Es un tiempo de silencio,
de ser caricatura que respira y expira,
de palabras sordas entregadas al desamparo de la usura.


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