domingo, 25 de enero de 2015

Confesión

Admito los rugidos de un león alado
solo en su roca,
rey de nada.
Admito los jugos del deseo,
la inercia de la tristeza
y la palabra que sangra.

La oscuridad se instala y pierdes referencias,
y te encomiendas a un recuerdo que traiciona,
que malvende tu esperanza a un silencio
que te encierra en lo más hondo de tu piel.

Solo los valientes sienten miedo
cuando se enfrentan a sí mismos,
seguros de morder el polvo y las entrañas.

Fracaso. Fracaso otra vez, y vuelvo a fracasar.
Pero nunca fracaso mejor y la piel me arde
devolviéndome una imagen más gris
que visto de colores, por evitar el suicidio.

La bohemia, la impostura, la poesía
y un espíritu de holandés errante,
un abismo personal,
un infierno elegante,
la huida del que mira el mundo desde las afueras,
absorto, como todos, en su propia pesadilla,
vacunado contra utopías y quimeras.


domingo, 18 de enero de 2015

Un invierno gélido

El frío de este enero inverosímil congela la vida,
incluso el tiempo se resiste a pasar,
y el silencio se instala y se acomoda.

El banco de la plaza amanece sin pareja los lunes,
como si el amor fuera un espejismo de fin de semana y juventud,
como si todo caducara o caducase,
y solo un metálico poeta lo observa desde su pedestal,
equidistante de la vida y de sí mismo.

Las ventanas paradójicas ofrecen luces y esconden sombras,
las puertas se cierran a cal y canto y se arrojan las llaves,
y las palabras son ladrillos que elevan muros infranqueables.

Es un tiempo de silencio,
de ser caricatura que respira y expira,
de palabras sordas entregadas al desamparo de la usura.


jueves, 8 de enero de 2015

El egoísta emocional

Déjame susurrar tu nombre,
ser sílaba y seducirte despacio,
como si el tiempo sobrase,
como si el tiempo no existiese.
Quiero saber. Necesito saber.
Tu mano, cuando toca, ¿qué siente?
¿Qué siente tu alma cuando tu mano,
tu mano loca, toca?
¿Qué te hace diferente?
Te observo beber sedienta de sed
y me pierdo en un desierto
poblado de espejismos,
descubriendo que el océano
cabe en una sola lágrima,
en una única y lúbrica lágrima.
El sol luce. El sol seca.
El agua ahoga y el agua riega.
Siempre es cuestión de tiempo,
un tiempo nunca nuestro,
apenas un instante de gloria,
efímero y pendenciero.
Quise ser tu hierro candente,
tu herramienta de placer,
tu mejor verso de amor,
tu gemido más ardiente,
porque el fuego no conoce el miedo.
Ahora solo sueño ser tus dedos.