domingo, 31 de agosto de 2014

Estampa de verano

hace calor,
y la ventana está abierta.

Los gritos de los hijos de los vecinos
inundan de júbilo e impaciencia
las horas interminables del tórrido hastío
en que se ha convertido este verano.

Yo apenas salgo:
soy alérgico al sol,
alérgico al tiempo
y alérgico a los niños.

Sin embargo abro las ventanas,
el aire fresco y limpio
del mar de la mañana
hace bien a mi pulmón marchito.

hace calor y hoy es domingo:
la ciudad solo escupe vacío
y los semáforos maldicen su mala suerte
perpetuando un rojo hecho de sangre.
un transeúnte,
que pudiera ser yo
pero eres ciertamente tú,
se derrite bajo una marquesina inexistente
a la espera de un autobús que nunca llega,
y se ensaña con la vida.

hace calor,
y la sed impone su ley
en este desierto,
verde y en llamas.


viernes, 22 de agosto de 2014

Confidencia

Te voy a hacer una confidencia,
con la tinta tenue y dubitativa,
pero recia:
yo no sé amar.

Atesoro incertidumbres y las visto con tu ropa,
siempre verde y atormentada,
te creo y me desvelo,
poco a poco voy tejiendo mi tela de araña,
y caigo en mi propia trampa.

Busco señales imposibles
y acabo de bruces contra el mismo muro,
que nunca quebranto.

Eres lo que no puedes ser,
una brecha entre la realidad y el deseo,
un instante que no cesa,
una promesa de aire.

Yo no sé amar… pero te amo. 


Matar a blancanieves

Un pie.
Otro pie.
Es sencillo.
Basta alternarlos y el camino se hace,
a menudo errático,
en pos de no se sabe qué eldorado.

Escribirlo es un modo de vivirlo,
de inventar un código propio
que atenúe el desamparo
de una caída sin fin.
Mis ojos apenas distinguen colores sin asideros
y mi cuerpo rehúsa tomar parte en esta farsa.
Volar es imposible.

Descubrir que en ocasiones llueve bajo el sol
es matar a blancanieves,
es saberse loco de remate,
quevedo en ciernes,
elegir ser quijote, sin el don.


viernes, 8 de agosto de 2014

Los Notables

Se han reunido los notables.
La sala apesta a poder.
Antiguos tapices disfrazan las desvencijadas paredes.
El orden reina.
La dignidad se afana en apurar el último faisán.
El vino endulza el reuma.
El momento del discurso se aproxima.
Las palabras se hinchan y reverdecen.
Nada parece haber cambiado.

La juventud, dicen, es culpable,
no está a la altura de nuestras expectativas,
censuran,
malvenden una herencia justa, claman.

Los aplausos secundan las mentiras.

Afuera algunos se lamentan,
y escriben versos.
Cada quien libra su guerra:
otro mundo es posible.

Que venga la juventud,
no a cumplir expectativas,
no a seguir caminos,
no a comprar rutinas.

Que venga la juventud,
sus ganas de amor,
su todo es posible
sin clavo y sin cruz,
su falta de todo,
sus sueños,
sus días.

Que venga la juventud
y que queme sus naves,
sin darse apenas cuenta
un día serán notables.


Sentencia de muerte

Eres hijo de tu padre,
lo llevas escrito en la cara y el alma,
igual que también tu padre era hijo de tu abuelo,
ad infinitum:
la misma mirada de hierro,
idénticas manos recias,
savia que da forma a la rama,
rama que nutre un tronco de esperanza vana.

La tierra que huellas te ofrece aliento,
y palabras,
cadenas de aire expirado,
disfraces para no ser lo que somos,
banderas huecas que enarbolar.

Solo el silencio de otro rostro frente a frente
roza, apenas, la verdad.
Una verdad que no puede ser dicha.

Ante tus pies, el abismo.
Ha de ser de este modo,
no existen los caminos,
todo el mar es lodo,
y enfangarse no es cosa de niños.

Aquello que nunca sucedió
ocurre de repente,
imposible,
inabarcable.
Y tú puedes elegir: volar o vivir.

Volar como un ave eternamente peregrina,
rozando apenas los árboles más altos,
mirando, desde arriba, objetivos de ponzoña
o vivir entre el veneno
y ser veneno mismo.

Nadie nos prevendrá de la muerte
y un solo juez asistirá a nuestro juicio,
agonizante.
Y su sentencia carecerá de sentido.