El mar vomita un alarido
cada vez que te pierdes,
cuando te descubres sin ansia.
He perdido los recuerdos imborrables,
los días de versos sin fin,
los lamentos compartidos
y las alegrías redentoras.
He renunciado al silencio implorando
silencio.
Fracasar es respirar,
perder el rumbo encontrar el rumbo
hasta zozobrar,
quizá mañana.
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