sábado, 20 de septiembre de 2014

El abuelo

El abuelo apenas sonríe.
Permanece en un rincón,
ajeno,
como si la vida fuera cosa de otro tiempo,
como un mueble,
ajado y herido,
lleno de lascas y recuerdos,
que perdió su brillo
y vegeta inservible.
Cuando escampa la tormenta
y el sol retorna a su mirada
habla,
pero sus palabras son lágrimas de impotencia,
estertores de júbilo que presienten el silencio,
y lo aman,
y lo temen.
El abuelo hace tiempo que me observa,
y calla,
y otorga.
Yo le cuento mis batallas,
visto las derrotas de tablas honorables,
me disfrazo de hombre de bien,
y dejo que me apriete la mano:
Él conoce la guerra.
En ocasiones simplemente nos sentamos,
cerca,
y sentimos el tiempo pasar a nuestro lado,
como un desconocido que te roza
y te roba la cartera.


2 comentarios: