ese configurador
de destino,
a aferrarme
renovado a otro clavo ardiente,
presto al
descalabro y al vacío.
Multiplico las
ausencias e imagino pasados verosímiles,
pero tan
ficticios como el día de hoy.
Después de todo,
me digo, nuestro tiempo es solo historia.
Y a pesar de todo
nuestro tiempo es solo nuestro.
Aún me siento a
menudo, y escribo tranquilo
esperando a la
muerte y su pluma,
ofreciendo
redentora
todas las
palabras dichas concentradas en un solo punto,
final e
inabarcable
.