La maleza invade los jardines del paraíso,
apenas reconocible.
Adán anéantit Eva y todos los labios cómplices
atesoran silencio.
Caín y Abel siguen en sus trece pero…
¿quién es Caín?
¿quién es Abel?
Un ejército de hormigas hacendosas
horada los cimientos de la vida
como un rey Midas inconsciente,
nada brilla a su paso, la nada brilla.
Los hombres fabrican dioses
y los visten de hombres
que fabrican dioses en una danza macabra
de muerte y resurrección,
y muerte y resurrección,
apenas coherente.
Los tiempos son insulsos,
y la poesía un pacto con el diablo,
un alarido intrascendente en pos de un eco imposible,
el reconocimiento expreso y feliz de una derrota.
Seguiremos otro siglo igual,
huyendo del espejo, inventando historias.