viernes, 10 de agosto de 2012

Patria de un apátrida

Del más alto mástil ondea al viento mi capa,
no luce nobles colores ni insignias de coraje,
ontológico retal sobre campo de retales,
la sola bandera que reclama mi alma.

Las noches húmedas de invierno me protege,
es mantel de merienda al campo en primavera,
un cúmulo de despropósitos rezumando belleza,
la única patria a quien mi corazón obedece.

Es refugio salvador en los días grises y tristes,
un parapeto dónde guarecerse de los golpes,
el rincón oscuro dónde florecen los amores,
el edredón de tus mañanas, y tu Kleenex.

Eres el viento que me empuja,
eres la meta y la salida,
un porqué que sabe a duda,
un verso esperando a que lo escriba:

Eres la reina de mis pasos.

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