noches que ofrecen la posibilidad de dislocarse,
de desviar la virtud y la cabeza con cualquier excusa,
con cualquiera que malvenda su tiempo de aire.
Llueve dentro y fuera, y contra la ventana.
Otras son un dejarse ir,
un naufragar con calma
y anegar de Leteo
los restos del alma.
Las más son purgatorio,
un desierto con oasis de palabras
que raramente bendicen un sueño
y alimentan el ego desnortado de un poeta,
otro cero a la izquierda,
un cronista de la nada.
Hay noches así, cierto; también días.
ResponderEliminarHermoso poema, Álvaro; que te 'desnortes'a menudo, que estos versos bien lo merecen.
Un beso.
Muchísimas gracias Cristina! Eres una crítica cojonuda, no sé si certera, pero cojonuda.
ResponderEliminarEl beso te lo devuelvo multiplicado!