viernes, 30 de diciembre de 2011

Tempus fugit


Me persiguen todos los instantes perdidos clamando venganza,
con el cuchillo entre los dientes ávidos de sangre,
como una jauría de lobos hambrientos acechando a su presa.

No hay refugio, parapeto, baluarte, trinchera que me guarde
de este rencor propio y suicida que me arde.

No se puede correr más aprisa que el tiempo.

Obstinadamente me empeño en esquinazos improbables,
esperanzas que no ofrecen ni su pata por el quicio de la puerta,
un racimo de uvas devoradas.

No hay más salida que la huida indecorosa,
la carrera circular de un pollo tras la guillotina.

No se puede andar más despacio que el tiempo.

sábado, 3 de diciembre de 2011

El fracaso del nigromante

Y repitió el hechizo hasta el hastío,
multiplicando palabras huecas, de otro tiempo,
invocaciones que no encontraban su respuesta
en una eternidad inerte, un eco en el vacío.

Reunió en un último suspiro
la poca energía que le restaba
e imploró a Fortuna una señal
reveladora de no haber esquivado el destino.

Naufragó.
Exhaló el nimio resto de esperanza.
Se aprestó a la parca.
Expiró.

El nigromante comprendió al fin
que su historia no era ya la Historia.