miércoles, 8 de junio de 2011

Epitafio

Cuando muera quemad mi cuerpo
-confieso haber vivido tentado por la magia y la herejía-,
aliñado con mis combustibles versos
para alimento y sustento de la noble y justa pira.

Con la ceniza regad el viento,
un ser alérgico a la patria y a la ley de extranjería
sueña siempre con el cielo,
con solo necesitar un batir de alas para cambiar la vista.

Mi nombre podéis borrarlo de todos mis poemas,
mi herencia es mi palabra ofrecida,
no habrá derechos de autor de mi vida
ni gestores de la impropiedad intelectual a mi vera.

Mi recuerdo lo cedo al desamparo.
A quién amé otros y otras amarán,
quién me amó que siga amando,
no os entreguéis a la soledad.

Nunca fui dueño de nada,
ejercí la vida como si no hubiera mañana,
ahora soy vano.
Voilà mi epitafio.

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