sábado, 4 de diciembre de 2010

Visiones fronterizas


Intenté mover mis pies,
alejarme nomás de mi terruño,
levantar un poco la cabeza
y observar por encima del muro.

Tras el muro, alambrada.

Derogar la ley de extranjería,
borrar las fronteras de los mapas,
quemar los escudos y los dioses,
enterrar todas las armas.

Más allá, miedo.

Descubrí razones para el odio,
rencores legendarios que envilecen,
del amor sobre todo el egoísmo,
el precio inmundo del bienestar.

Después, nada.

No reconozco las cadenas de la patria,
no tengo otra frontera que mi alma,
mi hogar son mis botas y mi abrigo,
mi bandera una manta para el frío.

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