jueves, 18 de noviembre de 2010

Lujuria


No te muevas aún,
deja que mi vida se diluya entre tus piernas,
todavía no es tiempo de huir.
Afuera llueve,
ecos de tristeza golpean las ventanas,
que gimen cuando gimes,
mientras mis ojos se acostumbran
a la penumbra de mi alma,
abandonada junto a la ropa,
de cualquier manera.
Quiero recordarte así, cabalgándome,
anónima y ajena,
extranjera de todo salvo de la piel,
dispuesta solo al placer
y al olvido.

(Imagen: Amedeo Modigliani)

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