lunes, 17 de mayo de 2010

Ludopatía


Juego a ciegas,
a sabiendas de que la apuesta es absurda,
de que la bolsa y la vida son sinónimos.

No es la inherente estupidez del cazador de adrenalina
ni la falta de respeto por las reglas del juego
el motor de mi osadía,

es jugársela al tedio en cada verso escrito con sangre,
es exprimir otra metáfora manida apretando más la mano,
es apostar el alma dándola ya por perdida.

Asomarse al precipicio es enfrentarse a un espejo,
asumir un carácter y un destino,
alumbrar sólo un segundo de lucidez

y apropiarse de las dudas de los ojos que te observan
aterrados y asfixiados por la ausencia de sentido
que te corre por las venas.

Juego porque no sé vivir en serio.

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