lunes, 1 de marzo de 2010

A p.


Fue por descubrir tu ausencia,
la falta de tu mano salvadora,
por no escuchar tu voz brillante
en las sombras aterradas de mi alma
que mi corazón se rompió.

Recojo los trozos, pesados como lágrimas,
uno a uno, con cuidado
para no extraviar ni un solo recuerdo
de tu sonrisa de siempre,
y reconstruyo mi vida poco a poco.

Nada hay para llenar este hueco de alegría,
no hay abrazos sin precio
ni canciones compañeras y suicidas,
no encuentro tu voz
entre tanto grito de jauría.

No hay comentarios:

Publicar un comentario