sábado, 13 de febrero de 2010

Precipicios


Todas las mañanas me acerco a la ventana
con la esperanza perenne de un sol salvador
que dibuje en nuestra cama tu presencia
aún inconsciente en la vida que me ahoga.
Cuando te encuentro ensortijada en tus sueños
disfruto en silencio tu efímera sonrisa primera
como el filósofo súbitamente iluminado
que al fin comprende, se ríe y se recrea.
Sin embargo no te veo esta mañana,
la luz apagada de este día de lluvia no dibuja tu contorno
oculto entre mis sueños y las sábanas,
y siento el terror que se aproxima.
No hay huida posible al desamparo
de saberse impotente ante la nada,
de beber ausencia de esperanza,
de escribir con el alma en la mano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario