jueves, 4 de febrero de 2010

Estética de la recepción


Leo ahora tus piernas,
metáforas perfectas de las columnas de toda catedral,
y me cuentan placeres sí de este mundo
aún en versos de pie quebrado.
Leo tu espalda interminable ajena a la nada,
tus senos que desplazan mi sentido
a un modo de ser para nada literario,
tu aliento entre dos lenguas hermanas y extranjeras.
Leo e interpreto tu mirada ausente,
llenando con mis sueños los vacíos que me obsequias,
recreando con mis manos tus sonrisas
esperanzado oteando el horizonte.
Sólo una duda atenaza mi lectura,
¿quién serás cuando vuelva sobre ti?
Y yo,
¿seré el mismo lector activo y sediento cuando vuelvas?

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