lunes, 11 de enero de 2010

Lunes absurdo

Desde este lunes abismal
la semana se antoja interminable,
una autopista sin áreas de descanso,
un aeropuerto eterno con la vida
siempre a punto de despegar,
postergada invariablemente.

Desde este lunes sin remedio
las ojeras invaden las cuencas de mis ojos,
la sangre se licua y se adormece por mis venas
pidiéndome a gritos un poco más de ti,
mientras yo sucumbo al ritual enajenado
de ser parte de la sociedad capitalista.

Desde este lunes abarrotado de urgencias
hablo yo con mi sombra y su inquina,
que no hace más que recordarme
lo absurdo de su mundo en tus ausencias.

Desde este lunes escriben versos para el aire,
que pronto serán asaltados por los pájaros,
intentando mis manos dibujarte, al menos,
con torpeza y con afecto en un poema.

jueves, 7 de enero de 2010

Deux mots


Me enfrento a tus silencios como a una página en blanco,


muerto de miedo y excitado,


equilibrando el alma y el sentido,


como el funambulista inexperto en busca de un aplauso salvador,


sin red que amortigüe mi caída.



Me bato con tu ausencia a pecho descubierto, con las manos desnudas


y apenas un hilo de esperanza,


dibujando angustia en cada verso,


dejándola fluir e inundar este apartamento, que no es mi hogar sin tu presencia,


sino una frontera entre la vida y la soledad.


Resbalo sobre los charcos traidores que anegan las callejas de mi alma oscurecida


enfrentado a un tintero seco


de palabras, que no se dejan cortejar,


que huyen inmóviles a medida que el eco de tus pasos se diluye con el tiempo,


y desde el suelo te imagino.





Tu imagen entonces me penetra,


se adueña tiránica de todas las ansias y todos los deseos, siempre inconfesables,


me conforma a voluntad


prometiendo el paraíso,


plantando la semilla para el verbo y para el verso, a golpe de lengua enajenada.





sábado, 2 de enero de 2010

Perplejidad plomiza


La vida no importa más que el aire,

todas las gaviotas lo saben.

La mañana me ha traído una lágrima de plomo,

pesada y gris,

como si ella sola soportara el peso de toda la melancolía,

multiplicada por el cielo hasta el hastío.

El espejo me devuelve absurdo e incomprendido,

un alma en pena rebosante de ignorancia.

Este tiempo es mera sucesión de instantes,

de indivuduos vagabundos que se cruzan sin roce,

una alucinación colectiva anclada en el yo.

Mi corazón late.

Observo mis manos.

No comprendo las razones del des(a)tino.