jueves, 29 de octubre de 2009

En obras


Sé que no puedo ofrecerte una estrella,
la vida me ha hurtado ya mil quimeras,
enseñado a ver la rosa más hermosa
en el rosal que en la mano que la corta.

Así, alejado de cuerpos celestiales,
descubro en tu cuerpo el mundo entero
viajando con las manos por tus senos,
entregado a tus ciencias naturales.

Eres tú quien me recrea con tus ojos
sustantivando un alma que te añora,
construyendo a partir de estos despojos
un hombre a tu medida que te adora.

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