lunes, 13 de julio de 2009

La herida

Conocí de tu mano el amor promesa,
el que crece y te domina desde dentro,
llenándolo todo.

Fui yo tu parapeto,
el agua y el jabón que limpió tus heridas,
tu refugio del mundo, tu huída.
Tú, mi primer libro de versos,
una patria que nunca fue mía.

Contigo creé un idioma y dije.
Y tú sonreías, y decías. O callabas aquiescente
absorta en un murmullo de alma.

Luego llegó el silencio de palabras encontradas,
ambiguas, asesinas,
palabras que se clavan como dagas afiladas,
sembrando hastío.

Después la ley de extranjería, la maleta
de recuerdos, el alcohol y el humo,
el vacío.
Un idioma de palabras rotas.

Finalmente soy yo la herida tuya,
tu abismo,
promesa de sombras,
un simple adjetivo.

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