jueves, 9 de julio de 2009

Elogio del timonel

[A Manolo, explorador de rumbos nuevos,
caballero hospitalario y capitán intrépido.]

"¡Oh, capitán! ¡Mi capitán!", hasta aquí hemos llegado. La vía de tristeza anega el navío que hemos intentado gobernar.

La travesía abocada a una imagen de Géricault o Aivazovsky.

Así la vida.

Has soñado, capitán, mundos mejores que éste. Mundos llenos de palabras inauditas con imágenes imposibles.

Yo también tengo un sueño, capitán. Se repite invariablemente desde la infancia más temprana. Evidentemente sueño libertad, grito libertad. A pesar del ser que me atenaza: ser humano.

Tengo lágrimas con nombres y apellidos, penas con números de teléfono sin gloria. Y tengo un corazón cansado, cansado de ser observador pétreo.

"¡Oh, capitán! ¡Mi capitán!", no me mires de ese modo compasivo, aún soy capaz de alegría y de sonrisa, de vida. Pero consciente en todo tiempo de cada llanto oculto, de cada silla vacía, en este áspero mundo.

No creas que flaqueo, esta tormenta de mil rayos y mil truenos no ha de derrotarme, y allá en el horizonte puedo intuir tierra nueva, nueva vida, viejos sueños.

"¡Oh, capitán! ¡Mi capitán!", los mejores de tus hombres y mujeres brindarán con champagne un día por tu timón y su destino.

No hay comentarios:

Publicar un comentario