domingo, 12 de julio de 2009

Ella, la innombrable

Te observo desde la distancia,
te sigo con la vista, te aprendo
para contarte, más tarde, en un susurro.

Te observo ajeno, siempre atento,
desde el otro lado de vida,
y envidio tu mirada sana, tu acción pura.

Te doy mis ojos y mis palabras, te doy mi alma
que anhela ser tú, me ofrezco en sacrificio
yo, que renegué de todo dios por principio.

Mi vida se escribe mientras te acecho,
transcurre adjetiva tras mis ojos enfermos
de nombre sustantivo.

Tú que me has vencido con tu palco,
que me has herido de tu hastío,
y asesinado de amor soñado.

Tú, vete de mí.

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