lunes, 27 de julio de 2009

Ecos de vida


El silencio es pétreo en los jardines del camposanto,
sólo los lamentos olvidados de unas flores marchitas
resuenan como el eco de un pretérito imperfecto
que nadie quiere recordar.

Un hombre tranquilo se aproxima a su lápida
consciente del absurdo de la eternidad,
sin llantos que nublen la vista,
sin legados ni epitafio, sin volver la vista atrás.

Supo de cielos azules, de amor inconfesable,
de ríos de sangre que no llevaban al mar,
de la madera de los sueños que arden
al abrigo de todo tiempo en tempestad.

Descubrió al andar la quietud del movimiento,
la permanencia del fluir incesante,
la mentira de la verdad de los necios,
el vacío más allá del instante.

Por sentirse vivo pronunció palabras,
dijo amor entre mil brazos, tequieros de hastío,
perdón o amén a dioses de barro cocido,
libertad o muer…

Y al cabo comprendió que todo verbo
conjugado al amparo de una estrella
refleja su luz como un espejo
despojado de toda trascendencia.

Sentado ante una lápida sin nombre,
inmaculada en su desnudez,
un hombre tranquilo sonríe,
enfrentado a su modo de ser.

domingo, 26 de julio de 2009

Agua


Agua fluyente,
desbocada en el fragor de tu garganta,
centelleando a borbotones,
en caída libre por tu cuerpo,
agua que bebes.
Líquido elemento que te sana
y te limpia, liberador del peso
inmensurable que te atenaza.
Agua viva que te lleva,
en volandas,
a tu particular edén soñado,
retablo de lágrimas viejas.
Agua que olvidas en cuerpos extraños,
apenas percibida como ofrenda,
agua tiempo,
tu generoso regalo.

Agua limpia,
que es la sangre que derraman tus heridas.

miércoles, 22 de julio de 2009

La calma y la tormenta


La mañana aparece mojada
y el mar se oculta, tímido,
tras un velo de tristeza blanca.
Los árboles gimen temerosos
intentando huir de sus raíces
como anclas clavadas en el desconsuelo.
La ciudad enloquece en una macabra
danza de paraguas derrotados,
de ojos acechantes desde el amparo.

Mientras tanto el poeta se desnuda
y se enfrenta con palabras al destino,
asienta sus raíces como anclas
en el desconsuelo,
aprende a ser agua y niebla,
a ser ola que rompe contra el mundo
partiéndose el alma,
jugándose el amparo en pos de la derrota.

El poeta sabe de la calma y la tormenta.

Tiempos de tormenta


En la lágrima perenne de un niño
enfrentado al terror de la noche
has sido feliz.
También en la inquietud adolescente
de un espejo deformante,
que te devolvía siempre distinto.

Has besado labios grises,
surcado cuerpos como mares,
presto a la tormenta.
Has erigido muros, parapetos
contra la vida,
atrapasueños si eran pesadillas.

Has sido feliz
en el dolor de tus heridas y
de las heridas de tus heridas,
curando con tristezas las alegrías,
consciente de la cara oculta de la luna.

Descubriste el vacío y has sido feliz
en cada suspiro,
en todas las manos tendidas,
a pesar de los naufragios
y las olas asesinas,
amarrado a una sonrisa salvadora,
promesa de ironía.


¿Por qué ya nada ahora?

martes, 21 de julio de 2009

Poeta o nada


Informo contenido.
Apelo. Digo.

Elegía de la sinsustancia,
palabras huecas que se deslizan,
que fluyen en busca de un destino,
conscientes de su falta de sentido.

Poeta o nada.

Es ésta la forma que tengo de decirte,
áspera y húmeda,
de adjetivo en sustantivo,
amor, que te quiero, que te vivo.

Poeta o nada.

Si vivir es una ciencia,
propongo el suicidio.

viernes, 17 de julio de 2009

Sorolla, no es Galicia?


Ensayo sobre la incomprensión


Antes de comenzar a divagar sobre la incomprensión he de pedirte comprensión ante mi prosa, enferma de verso, y ante mi razón, enferma de sinrazón.
Hubo quienes, ávidos de conocimiento y geografía, se dedicaron a forjar lazos, construir puentes, vías apias y aeropuertos.
Hubo quienes levantaron muros de Berlín o de la vergüenza, grandes y pequeñas murallas, quienes se enrocaron o se fortificaron tejiendo fronteras. Hubo guerra de los seis días, de los treinta o cien años, mundial y total. Hubo esclavos y esclavas. Hubo reyes y nobles. Hubo tiranos y déspotas, asesinos, granujas deleznables, poetas y filósofos. Hubo hambre, frío extremo y calor sofocante. Hubo muerte, mucha muerte.
Todo esto hubo, pero también sonrisas, interminables noches de amor o sexo, niños corriendo y gritando, ajenos a la historia, e históricos acuerdos de paz, sellados con sangre y con palabras. Hubo buscadores de tesoros, niños grandes jugando a ser pequeños, hacedores de milagros, poetas y filósofos. Hubo arte, simpatía y, a veces, amor.
Claro, hubo quien detentaba la verdad, quien pensó decidir por todos, el que no toleró.
Hubo todo esto. Hubo enemigos a muerte. Hubo imposiciones. Hubo algún traidor.
No puedo más que declararme inepto, tonto, simple, vacuo. Porque no lo entiendo. Esforzados buscando romper el átomo hemos destruido la hierba. Buscando oro vaciamos la montaña. En pos de la paz guerreamos sin freno, libidinosos.
Decía Einstein que desconocía el tipo de armas que se usarían en la tercera guerra mundial, pero que en la cuarta serían palos y piedras protagonistas. Triste lucidez.
No lo entiendo. ¿Qué vendrá después? ¿En nombre de quién la muerte?

Modos de ser

Cuando me preguntas quién soy no sé qué responder…
Claro, podría decirte que soy una poética mirada, que no veo la calle sino un vasto escenario pleno de buenas y malas historias, que no veo una flor sino la flor, que no siento el tiempo que pasa, que mi tiempo fluye, se desvela, retorna. Podría decirte que soy ofrenda al instante, que soy ave peregrina, que soy verso al aire, para quedar bien.
Sin embargo también soy lágrima enquistada, sabor amargo a hiel hedionda, ironía multiplicada hasta el desatino, palabra dardo, desafección.
¿Quién eres tú que me preguntas? ¿Qué mundos has creado?
Tal vez todos seamos mucho menos de lo imaginado, sólo importantes en el nacimiento de una sonrisa.

lunes, 13 de julio de 2009

La noche


En las sombras de la noche se esconden mil historias para no dormir;
rostros fugitivos de vida que ocultan su desencanto, intentando redimir el día en la absurda y atestada barra de otro antro poco limpio;
mujeres, hombres e indecisos vendiendo flores marchitas, ajadas, cercados por la desesperanza y la derrota;
mascotas que pasean a sus dueños autómatas oliendo mierda ajena;
sanguijuelas en busca de alimento bailando frenéticamente al ritmo de las sirenas de la policía;
ojos en vela, atormentados por el dolor de mirar y mirar;
y yo.

Afortunadamente sé que estás ahí, eterna, inmóvil, permitiendo la existencia, protegiéndonos del alba, con tus sombras y tu nada;
que en tu lecho se veneran mil cuerpos, entregados a ti, extranjeros al dolor de mirar;
que en tu misericordia se teje la vida, señora, madre de todo bien y todo mal, madrina de los recuerdos que no se olvidan;
y que cuando piensas que nadie te ve flirteas, descarada, con don Mañana, dejándote ver las entrañas.

La herida

Conocí de tu mano el amor promesa,
el que crece y te domina desde dentro,
llenándolo todo.

Fui yo tu parapeto,
el agua y el jabón que limpió tus heridas,
tu refugio del mundo, tu huída.
Tú, mi primer libro de versos,
una patria que nunca fue mía.

Contigo creé un idioma y dije.
Y tú sonreías, y decías. O callabas aquiescente
absorta en un murmullo de alma.

Luego llegó el silencio de palabras encontradas,
ambiguas, asesinas,
palabras que se clavan como dagas afiladas,
sembrando hastío.

Después la ley de extranjería, la maleta
de recuerdos, el alcohol y el humo,
el vacío.
Un idioma de palabras rotas.

Finalmente soy yo la herida tuya,
tu abismo,
promesa de sombras,
un simple adjetivo.

Imaginario del poeta

Uno se escribe con tinta por no desangrarse
y escoge de entre el mundo sonidos
que incansablemente repite sin pausa.
Ahorrándoles trabajo a avezados críticos
que en su intento por determinar la fe del autor
esgrimirán sus afilados bisturíes,
yo mismo adelanto mis fetiches:

espejos, por supuesto, imagen multiplicada en el vacío;
tinta, sangre y derivados, sinónimamente;
lo otro, lo ajeno, lo extranjero
en ausencia de juicio;
lo propio enjuiciado hasta el hastío;
la mentira y la verdad,
o dos modos de no decir absolutamente nada;
eso y el amor,
irrenunciable, no sé vivir sin alma.

Por demás intrascendente, anecdótico, cansino,
conciliador, mínimo común múltiplo, rabino.

Dicho esto diseccionen, fobiólogos hacendosos,
librepensadores de guante blanco,
estoy presto a la muerte y al destino.

domingo, 12 de julio de 2009

Ella, la innombrable

Te observo desde la distancia,
te sigo con la vista, te aprendo
para contarte, más tarde, en un susurro.

Te observo ajeno, siempre atento,
desde el otro lado de vida,
y envidio tu mirada sana, tu acción pura.

Te doy mis ojos y mis palabras, te doy mi alma
que anhela ser tú, me ofrezco en sacrificio
yo, que renegué de todo dios por principio.

Mi vida se escribe mientras te acecho,
transcurre adjetiva tras mis ojos enfermos
de nombre sustantivo.

Tú que me has vencido con tu palco,
que me has herido de tu hastío,
y asesinado de amor soñado.

Tú, vete de mí.

Don Juan (fragmento) - Gonzalo Torrente Ballester


Pude sentirme sin la Gracia de Dios y sin las tentaciones de Satanás. Sin embargo, mi corazón comprendía que aquello no podía durar, que ni Dios ni el diablo permanecerían eternamente mudos, que uno y otro me acosarían, como es su oficio. Aproveché la ocasión para quejarme al Señor de que no hubiera otro camino, una tercera vía de independencia. "El que no está conmigo, está contra mí", había dicho el Señor; pero ¿por qué necesariamente con el diablo? ¿No se podía estar -por ejemplo- con los hombres?

Hacedores del absurdo

Hay quien oculto en las sombras de la noche
imagina paraísos de dicha, de alegría desbordada.
Se sienta, ajeno a la vida, a contemplar la vida ajena,
imaginándose protagonista de la historia.
Inventa un mundo a la medida y se deja mecer,
ebrio, hasta el alba que castra el deseo y lo oculta.

Hay quien reduce su existencia al sufrimiento de saber,
quien se flagela el alma con verdades escritas,
insumisos de la muerte, jueces, escribas
y demás caterva de poseedores de fe.
Codifican el mundo a su imagen, engendrando odios,
salpicando, graznando a voz en cuello sus condenas.

Hay quien decide no ser y roza meramente el estar,
sueña con hombres y mujeres desnudos, con un yate,
y un rólex. Y se masturba.
Ven un mundo simple, un objeto más del que gozar.

Otros permanecen expectantes, seguros en la duda,
ávidos de mar, perdidos en los recovecos de la incomprensión.
Ajados espíritus que hacen suyo el sufrimiento,
el amor y la alegría,
sabedores del absurdo, hacedores del absurdo.

jueves, 9 de julio de 2009

Un hombre inocente

Un hombre inocente se enfrenta al espejo
atormentado por las dudas,
carcomido por las sospechas,
y se descubre condenado capital,
desahuciado hombre inocente.

Un hombre inocente vestido de lunes
mecánicamente se aproxima a una
ventana
vacío
una vez y otra pensando en el suicidio.

Un hombre inocente se siente juzgado
por crímenes lejanos y cercanos,
por faltas y deslices que sueña,
por lo que calla, por lo que dice,
por aquello que ya ha soñado.

Un hombre inocente se apaga,
candil sin aceite, y crece, crece,
crece la culpa, nace el rencor.

Un hombre inocente desahuciado,
condenado,
se resiste,
y vestido de lunes se enfrenta al espejo,
se juzga,
se escupe,
y se grita: HOY NO.

The meaning of life


Levantarte una mañana. Aún somnoliento
enfrentarte al dantesco infierno del espejo.
Sentirte vacío, sin esperanza, en ayunas.
Limpiar el alma de sueños bajo la ducha.
Reinventar una sonrisa que no huela a viejo
y amanecer al mundo mientras des-ayunas.

¿Cuál es el sentido de la vida?

Me resisto a dioses menores, a ser arcilla o sal,
a la culpa y al orgullo, a la alabanza y a la verdad.
Reniego de más allás, elíseos campos, Walhallas,
tierras de promisión que esconden una vida vana.
Huyo de predicadores que venden hastío y azar,
de sabios desalmados exigiendo muerte al alma.

¿Cuál es el sentido de la vida?

Nada agota la existencia, nada colma sus expectativas,
poeta de verso débil, constructor de palabras y sentido
que se halla perdido, enajenado, estafado entre las ruinas
del sinsentido de la vida, llorando, sangrando tinta, vencido.

Horas extrañas


Sentado y en silencio,
contemplando las horas fugitivas
entre humo y ecos de vida,
lejana y ajena,
desde este sillón ajado,
al abrigo de la tormenta.

De dónde esta manía de evasión,
esta querencia amarga,
esta ausencia borracha,
esta borrachera de palabras,
¿por qué?

Sí,
en los palcos dormitábamos extraños
y extrañados de la falta de respuesta.

Qué nos queda hoy sin la palabra,
ahogada en whisky y fin de siglo.
Nada nos queda,
no nos queda nada
más que seguir bebiendo, borrachos
en hora extraña.

Desolvidos de memoria


Sentado frente al mar las olas me traen

los ecos de tu muerte, prójimo mío.


Mientras tanto, sólo mientras tanto recupero palabras

que tú has elevado a los cielos del parnaso,

si es que existe.


Me armo de latidos de corazón abierto,

de esperanza en el hombre

para pronunciar tu nombre que me llena la boca.


Me dejo mecer en la historia, sufriendo cada golpe

en carne propia, como un hombre que llora

ante el abismo de la derrota, aún en pie.


Esbozo una sonrisa en la última lágrima,

en el penúltimo verso,

que te ofrezco porque es ya tuyo,

hijo del sur.


Y si es cierto que el olvido está lleno de memoria,

olvidaré tu nombre junto al mío,

construyendo puentes,quemando naves.

Elogio del timonel

[A Manolo, explorador de rumbos nuevos,
caballero hospitalario y capitán intrépido.]

"¡Oh, capitán! ¡Mi capitán!", hasta aquí hemos llegado. La vía de tristeza anega el navío que hemos intentado gobernar.

La travesía abocada a una imagen de Géricault o Aivazovsky.

Así la vida.

Has soñado, capitán, mundos mejores que éste. Mundos llenos de palabras inauditas con imágenes imposibles.

Yo también tengo un sueño, capitán. Se repite invariablemente desde la infancia más temprana. Evidentemente sueño libertad, grito libertad. A pesar del ser que me atenaza: ser humano.

Tengo lágrimas con nombres y apellidos, penas con números de teléfono sin gloria. Y tengo un corazón cansado, cansado de ser observador pétreo.

"¡Oh, capitán! ¡Mi capitán!", no me mires de ese modo compasivo, aún soy capaz de alegría y de sonrisa, de vida. Pero consciente en todo tiempo de cada llanto oculto, de cada silla vacía, en este áspero mundo.

No creas que flaqueo, esta tormenta de mil rayos y mil truenos no ha de derrotarme, y allá en el horizonte puedo intuir tierra nueva, nueva vida, viejos sueños.

"¡Oh, capitán! ¡Mi capitán!", los mejores de tus hombres y mujeres brindarán con champagne un día por tu timón y su destino.

viernes, 3 de julio de 2009

El contagio


Te acercaste por la espalda,
clavándome tu daga infectada,
condenándome sin remedio,
y huiste.

Me anclaste en el presente,
borrando mi esperanza y mi alegría,
velando el futuro a mis ojos,
y huiste.

¿Qué mal yo te había infringido?
¿Cuáles los motivos de tan cruel venganza?

Sombra de mi mismo, huesos y pellejo,
desvarío vagabundo por las calles
teñidas de gris, con fecha de caducidad,
esperando el último dolor.

Me verás quizá caer derrotado,
de rodillas ante ti, maldiciendo tu sangre,
y morir exhalando el veneno que,
en tu bondad infinita, me ofreciste.

jueves, 2 de julio de 2009

El amante

La presencia promesa de ausencia se presiente ya en la mirada del amante,
Que observa la puerta anhelante,
Ávido y esperanzado ante la inminente llegada del objeto de deseo,
Perdido en la fantasía de la dicha
Y la desesperación.

Uno se enfrenta a sus demonios ante la puerta cerrada
O el teléfono silente,
Uno se siente morir o vivir, enajenado,
Al ritmo de un corazón ajeno y extranjero,
Extrañado.

Uno muere en el silencio o en el recuerdo de palabras dichas, alegres
En su sencillez, palabras viejas compartidas en momentos y lugares eternos.

Uno vive en el silencio compartido de gemidos y caricias, de miradas
Llenas de futuro pero escritas en pretérito, pretérito perfecto, pretérito soñado.

Uno que quiere ser dos, dos que batallan por ser uno.

La locura se viste de gala para acompañar a los amantes a la alcoba,
Preludiando la locura mayor,
El dolor inmenso de la derrota,
Los sinsabores del desamor.

Voyeur


Aquí de nuevo,
entre el silencio corrupto de la urbe
y el tic-tac amortiguado
del corazón,
lejano y doliente,
con el alma en suspenso
parapetada tras un muro de palabras.

Quedamente me acerco a tu recuerdo,
sigiloso,
como quien se dispone al hurto,
oculto
en este bosque de metáforas.

Invariablemente me aproximo,
te cerco
para sólo observarte en la distancia,
voyeur empedernido
equidistante de ti y de mi alma.

La belleza (La primavera, detalle - Sandro Botticelli)


Ciencias Naturales

Si las estrellas pudieran hablar
se reirían de nosotros, de dios y de sí mismas.

Desafortunadamente el don de nombrar
y reír y conocer está vetado al inhumano,
ese prójimo.

Dios es verba, verba es dios,
y sus fieles gritamos hasta el denuedo,
hasta el silencio inexorable.

Palabra de dios tu palabra y mi palabra,
cada determinante,
todo adjetivo superfluo.

Sin ti nada soy. Tú que me recreas
a golpe de sentido, en cada idea
que imaginas que te ofrezco.

Y yo enfrentado a la única verdad,
como un muro de hormigón dónde partirse la crisma,
sufriendo mis graznidos elocuentes.

Nada hay más absurdo que asir la esencia de las cosas,
nada más intrascendente que la vida,
ni más vacuo que un poema.

PARÍS


Deseaba ser en ti, construir un sentimiento entre tus calles al modo de Cortázar, de esquina en esquina, de puente a puente. Vivirte y beberte como Hemingway.
Te quise antes de verte, antes de respirarte.
Anhelaba conocer tu nombre oculto, besar todos los labios entre tus brazos.
Descubrirte fue peor.
Fue peor la soledad del aeropuerto, llena de sueños emergentes. La espera angustiante sentado en un vagón de metro observando naves vacías, sucias, edificios pintados de amenazas, agolpados frente a las vías, pequeñas casas que tiemblan de miedo ante el paso de mis sueños. Acercarse a París un día de lluvia, en pleno invierno, en un vagón de metro no es tan idílico, solo no es tan romántico. Alguien ocupa el asiento de enfrente, a duras penas aparto mi equipaje, me rodea el mundo entero, desfallezco.
París es una ciudad desmesurada, poco propicia al amor, demasiado grande, demasiado alta. Uno se siente analfabeto en la cuna de la cuna de la democracia, des droits de l’homme, del savoir vivre y de la arrogancia. Banderas tricolores recuerdan la grandeza de Francia.
Por sus calles mártires, pobladas de resurrección, caminan dioses dignos de otros tiempos, apolos apuestos por los Campos Elíseos, gendarmes vigilantes en los Campos de Marte, nadie en la Place de la Concorde.
Cementerios, iglesias, mausoleos del arte y del amor, besos de postal ennegrecidos, arrabales de asco y de dolor. Ese París he visto yo, una ciudad paria debatida entre su imagen y su yo.
Naufragué en sus calles titanes, no conseguí el amor.
Y sin embargo te quiero, por tus dudas, por tu cielo, por los jardines de vida que te inundan, y la promesa enajenada de un rencuentro.

Bienvenida - Welcome - Wilkommen - Benvidos - Bienvenus

Benvidos ao meu mundo, viaxeiros, ao voso mundo.

Dende o afecto e o sentimento de pertenza invítovos a ler, à rêver. Même si ces textes sont locuras de un destino que es carácter, efímero e intrascendente.

Aquello que no es dicho, no existe. Mi palabra: mi existencia.

Yo soy. I say it.

Bon courage my friend.